Proyecto de largo metraje por Juan José Diaz Infante/Fernando
de Garay
sinopsis
Junio 1997
Introducción
El contexto histórico de México en los treintas. La revolución
acababa de terminar. El senador Field Jurado es asesinado por oponerse a
la firma de los tratados de Bucareli. Vasconcelos renuncia a su puesto de
secretario de educación publica en reacción al asesinato de
Field Jurado (1921-24). De 1927 a 1929 se da la Guerra Cristera. En 1929
Obregon es asesinado después de su reelección; El PRI nace
bajo el nombre de Partido Nacional Revolucionario y ese mismo año
el país se hace merecedor al primer fraude electoral priísta
en contra del candidato Vasconcelos por Ortiz Rubio (mismo que renuncia
a la presidencia en 1932) . Abelardo Rodríguez es el que termina
ese período presidencial en 1934. El PNR lanza a Lázaro Cárdenas
como candidato presidencial en 1934. En 1939 nace el PAN.
Los tratados de Bucareli
Tratados firmados entre México y Estados Unidos por Alvaro Obregon.
Considerado por muchos estudiosos como un acto de traición. El tratado
es el acuerdo en el que México cede algunos de sus derechos para
compensar los daños causados a los Estados Unidos durante la Revolución.
Una de sus clausulas prohibe a México inventar, construir fabricas
o producir prácticamente cualquier cosa durante 20 años.
El Mundo y Zitácuaro
La tensión europea hizo que hubiese una gran migración de
extranjeros hacia México. Sin embargo el gobierno otorgaba visas
donde los extranjeros no podían entrar al Distrito Federal.
El Pinocho
Era una mañana fría de los primeros días de noviembre
de 1934 (porque así comienza cualquier historia). También
era el amanecer de la aviación sobre el mundo y Miguel, un joven
de 23 años, recordaba como de pequeño alguna vez vió
nacer unos colibríes en un nido en la parte más escondida
de la ventana de su cuarto cuando vivía en una serranía cerca
de Zitácuaro. También se acordaba de como un día vió
pasar un avión mientras él y sus amigos jugaban canicas. ¡Sí!
Desde niño Miguel, o sea "Pinocho" (como lo llamaban comunmente
sus amigos) decidió que él iba a ser un inventor, inventor
de motocicletas, coches, submarinos y, no sólo eso, un día
iba a volar en su propio avión, el cual se llamaría "El
Chiras Pelas Primero".
Para mediados de Noviembre, la tragédia le sacudía."La
vida se va demasiado rápido" - pensaba Miguel - mientras viajaba
el feretro de su padre a a la iglesia para su misa de cuerpo presente. Don
Walter consolaba a Doña Sara y Doña Cuca, las cuales se dolían
el pecho por la muerte del padre de Miguel. A su vez Miguel estaba lleno
de tristeza, cabizbajo, trataba de entender la muerte. "63 años
del viejo y ¿Qué hizo? nada", gruñía; "A
mí no me agarra la muerte descuidado..." refunfuñaba;
Cada vez más agobiado, estaba imaginando su propia muerte.
Todos estaban reunidos en la iglesia, durante la misa de cuerpo presente.
El padre "Don Chucho" -los chiquillos le llamaban "el sacerdito'
en vez de sacerdote. Chiste cruel, pero bastante exacto en relación
a la proporción generosa del padrecito- trataba de encontrar las
palabras exactas para aliviar la pérdida de la comunidad. Don Manuel
está ya en presencia de Dios...¡No! ¡No! ¡No! se oyó
una voz retumbar en los ecos de la cúpula. Doña Cuca y Don
Walter nunca habían tenido una expresión así en sus
faces. Doña Sara fue la primera que se desmayó. Don Walter
el segundo, Doña Cuca la tercera. Don Chucho veía como la
congregación se desmayaba, se caía, se volteaba o se hincaba
a rezar. ¡Es un milagro! ¡Don Manuel esta vivo!
En efecto Don Manuel se había levantado de la caja y trataba de conciliar
la escena de estar recien levantado a la mitad de su propia misa de velorio.
Don Manuel murió definitivamente atropellado dos semanas después.
En realidad era uno de esos momentos donde se aplica el dicho: "No
hay mal que por bien no venga"; La muerte del padre de Miguel, el famoso
fotógrafo Don Manuel, era el parteaguas y sacudida que él
necesitaba en su corta vida de veintitantos años. Era el disparador
que haría que su futuro cambiara drásticamente.
Su herencia era una modesta casa en Zitácuaro completamente amueblada,
la cual se puso a la venta para poder tener el capital necesario para poder
hacer un avión. "El Conde", un buen amigo de la familia,
fue el que compró la propiedad y al enterarse que "Pinocho"
empezaría el proyecto del avión, le prestó un teatro
abandonado donde ir armando su avión. Tomó 4 semanas el adaptar
el lugar, era una imagen alucinante el nuevo taller lleno de butacas, escenario
y con todo y un gran proyector. Era muy usual que después de trabajar,
el Pinocho y sus amigos se pusieran a ver películas mientras discutían
la estrategia del siguiente día.
Pinocho junto con sus amigos "el Tuercas" y "el Pelos",
carpinteros de profesión, se dirigían a un gran bosque de
Oyameles para cortar el árbol que sería el fuselaje del Pinocho.
El Oyamel era la elección lógica, por ser la madera más
dura y más ligera.
"Ay Pinocho, a ver cuando te volvemos a hacer caso" decían
el Pelos y el Tuercas al ir arrastrando de regreso el enorme tronco.
Los planos a seguir provenían de un viejo ejemplar de Popular Mechanics
que Don Walter, un alemán emigrado, le había prestado a Pinocho.
Pinocho para poder leer las instrucciones de la revista se "tuvo"
que enamorar de Salma, la maestra de inglés del pueblo. Que por hablar
inglés le decían "la Güera" aunque en realidad
era una morenaza michoacana. El Pinocho le echaba muchas ganas y mucho amor
a esta relación para que nada fallara allá en el cielo, en
el vuelo y las alturas.
"Pero Pinocho, a ver platícame ¿Cómo vas a construir
y volar esta cosa? sólo cursaste la mitad de la primaria, sé
realista", le decía la Güera.
"Güera cuando esto vuele, ni me pidas que te suba" le contestaba
Pinocho.
Fue impresionante como Miguel empezaba a convencer, sin tener que amarlos,
a cada uno de los habitantes del pueblo para que participaran en el proyecto
de construir el primer avión hecho en Zitácuaro. Poco a poco
fue creciendo el entusiasmo entre los amigos y los amigos de los amigos.
Siempre comentando, entre ellos, que jamás volaría. El fuselaje
de madera fue coopercaión del Pelos y el Tuercas, los planos de Don
Walter, la traducción de la Güera, el taller principal del Conde,
el señor Zepeda coopero con el otro taller y el motor
del Ford para que volara, Don Guido lo pintó, y así cada
tarea se repartía entre costureras, ayudantes voluntarios e involuntarios.
Después de un año "El Pinocho I" estaba listo para
volar, pero nadie en el pueblo de Zitacuaro sabía volar. Nuestro
amigo el inventor decidió auto-entrenarse en la tarea de volar. Y
corría su avión por las calles de Zitácuaro sin alas
para ir sintiendo los controles. Nuevamente este pueblo volví a ser
una ilusión de cuento cuando se le veía por sus calles un
avión sin alas transitar.
"¡Ponte a persinao! que ahí viene el Pinocho" se decían
un chiquillo al otro al ver pasar el armatostre.
En 1936, por eso de Febrero, pasó el General Cárdenas por
Zitácuaro. El pueblo no pudo contener comentarle sobre Pinocho y
sus ansías de volar: Cárdenas accedió a regalarle a
Miguel un viaje en plataforma de tren a Morelia para poder llevar el avión
al centro de aviación más cercano.
Yá en Morelia, en el campo de aviación militar, le pidió
el favor a su amigo "el Gato", aviador militar "profesional",
el cual levantó el avión a 150 metros de altura. Al regresar
del vuelo le dijo a Miguel: "Este aparato es una trampa mortal y no
debe de volver a volar". Desafortunadamente para el Gato y afortunadamente
para Pinocho, Miguel ya no tenía dinero para tomar el tren de regreso.
Ni tonto ni perezoso gasto sus últimos centavos en suficiente gasolina
para entablar el peligroso viaje.
Zitácuaro se encontraba haciendo su vida de pueblo normal esa mañana
de Marzo cuando de repente se escucho un ronroneo de motor muy familiar.
Sin embargo esta vez no provenía de las calles, sino del cielo. Mismo
motivo que provocó a "todo' el pueblo a salir y ver a las alturas.
Los niños, los viejos, los amigos. Nadie lo podía creer, era
el primer vuelo del Pinocho.
"¡Pinocho, Pinocho!" le gritaban todos desde abajo mientras
corrían tratando de seguirle el paso. "¡Ponganse a persinao!"
gritaban otros chiquillos.
"¡Babosos!" les contestaba Don Walter que pasaba tratando
de correr con su bastón, dándoles un pequeño pelmazo
en la nuca. "¡Güera, tu novio esta volando!" se oía
salir de la esquina de la escuela por la que se asomaba Doña Cuca.
Eran más de 400 personas que habían concurrido sin cita a
las afueras del pueblo para seguir saludando al Pinocho. Era una visión
que nadie quería que terminara. Mientras tanto en la cabina de vuelo,
Miguel hacía señas con su pañoleta. "¡Quítense
cabrones, que tengo que aterrizar!". Los de abajo pensaban que los
estaba saludando. Todos y cada uno se quitaron sus paliacates, mascadas,
rebozos y le retribuían el saludo aplaudiendo y abrazándose.
"¡Quitense que ya no tengo gasolina!" gritaba Miguel con
poco éxito. Cada pase del Pinocho por la pista atraía a nuevos
curiosos orgullosos de la creación colectiva voladora. "Lo único
que me faltaba, si trato de aterrizar mato a todo el pueblo" .
"¡Que putazo!" fué la exclamación de los chiquillos
al ver caer el Pinocho en una maguellera cercana.
"¡Ouch, Ouch, Ouch!" gritaba Miguel, que se encontraba bocabajo,
mientras la Güera le quitaba las espinas que se le habían clavado
en distintos lugares íntimos de su cuerpo.
"Mañana a las 9:00 horas saldrá el capitán Miguel
Carrillo, volando su avión de invención propia hacia la Ciudad
de México y aterrizará en Balbuena..." leía el
telegrama que recibió El Excelsior el 10 de mayo de 1936. De inmediato
movilizaron reporteros y fotógrafos a Zitácuaro para checar
de que se trataba la extraña noticia.
Todo el pueblo estaba presente para ver el histórico despegue.
"¡Contacto!" El Pinocho despegaba hacia la Ciudad de México.
El ronroneo se hacía cada vez mas lejano, al perderse el avión
en el horizonte, ya que no se podían entrecerrar más los ojos,
todo el pueblo se dirigió a la oficina de correos en espera de noticias
de Miguel. Había cierta incertidumbre de que fueran a llegar ya que
el avión carecía de brújula y el plan era seguir la
vía del ferrocarril. "¿Cómo la ve, Don Walter? ¿Usted
cree que la haga el Pinocho?" le decía el Conde mientras los
dos se tomaban una cerveza en el portal de la oficinita de correos. "¡Ay!
Miguel, ¿Cómo lo dejé ir?" se decía a sí
misma la Güera. Doña Cuca estaba en la iglesia con otras señoras,
todas muy gordas, rezando un rosario y algunas salves.
"...-....----......." estaba llegando un mensaje en el telégrafo.
Miguel se encontraba en la Ciudad de México sano y salvo...
El pueblo lloraba, se perzinaba, se abrazaba, se besaba, se cantaba, inclusive
los colibríes estaban afuera de sus nidos y en su vuelo todo era
miel...
El Pinocho es su estado actual en el
museo de la Fuerza Aérea
índice de escenas